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Impacto de la delincuencia en nuestra salud

Cada día las personas están más atemorizadas de salir de sus hogares, de ser asaltados, de ser víctimas de crímenes sexuales y de odio, los niños angustiados por ir a la escuela y ya no por los motivos tradicionales que conocemos, de que simplemente se quieren quedar en casa para jugar y ver el televisor.

Es bien sabido que hoy por hoy, los niveles de violencia han aumentado, ya no solo en regiones vulnerables sino hasta en países de primer mundo, vemos el impacto de la delincuencia en nuestra sociedad en la pérdida de sensación de seguridad y bienestar. Esto trae consigo consecuencias reflejadas en nuestra salud como individuos, tanto en el aspecto mental como físico.

Muchos sin proponérnoslo, vivimos en una cadena de inseguridad – temor – estrés, al cual nuestro cuerpo responde activando mecanismos de respuesta hormonal para preservarnos del peligro. Ya de perpetuarse en el tiempo, estas mismas respuestas que nos salvan, causan efectos deletéreos a largo plazo en nuestra salud.

El cortisol, también conocido como la “Hormona del Estrés” es quien ejecuta esta respuesta de estrés junto otras hormonas, irrumpe las conexiones entre la amígdala (centro de control del miedo) y el hipocampo (centro de aprendizaje y memoria), creando un círculo vicioso de “fight or flight”.

A su vez, el cortisol disminuye los niveles de dopamina, que es la “Hormona del Placer” haciendo que sea difícil el uso de la corteza prefrontal del cerebro para hallar la felicidad o sensación de bienestar.

Según la Organización Mundial de la Salud – OMS, la violencia provoca depresión, ansiedad generalizada, trastornos de estrés agudo, estrés post traumático y ataques de pánico. Las cuales podemos justificar con los cambios que ocasiona los niveles elevados de cortisol en el funcionamiento cerebral, como acabamos de ver.

En cuanto a la salud física, la liberación continua de cortisol produce niveles elevados de la presión arterial, infarto cardiaco, accidentes cerebrovasculares, aparición de cánceres y detonación de enfermedades autoinmunes para las que se tiene una predisposición genética, así como otras tantas.

Por otra parte, se ha visto que las personas que han sido víctimas de la delincuencia, para lidiar con estas situaciones tienden a desarrollar comportamientos de riesgo como fumar, consumir alcohol y drogas, tener prácticas sexuales riesgosas y con ello, infecciones de transmisión sexual. Esto sin mencionar las víctimas de violencia física por parte de los delincuentes, a través de armas de fuego u objetos cortopunzantes, que también quedan expuestas a infecciones crónicas como a disfunción de los órganos afectados. Lo cual propicia a un mal estado de salud durante toda la vida o incluso a un fallecimiento temprano.

La recomendación es buscar herramientas que nos permitan lidiar con el estrés y la ansiedad que la inseguridad social causa. Hablar con personas cercanas al respecto, ir a donde un especialista de salud mental o a donde tu médico de cabecera para que juntos puedan elaborar un plan de acción que te permita a pesar de tu situación actual, vivir con la mejor calidad de vida posible y evitar las complicaciones que el estrés provoca en nuestra salud en general.

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